Omar De Turnario
Independencia e incertidumbre. Por Carolina Zakrajsek
Carolina Zakrajsek; Strategic and Market Research Consultant.
Hace 8 meses, cuando me lancé al mundo del freelance, todo era incertidumbre para mí. Hoy, en algún punto lo es para todos en la industria. Trabajar de manera independiente trae consigo una serie de preguntas (la mayoría sin respuesta o con respuestas que cambian de un momento a otro) que le mueven el piso a cualquiera: ¿Cómo será trabajar sin equipo?, ¿Qué pasa si un mes no entra trabajo nuevo?, ¿Cómo manejaré mi tiempo? Y la mejor y a veces más misteriosa de todas, ¿Cómo organizaré vacaciones?
En el contexto actual en el cual vacaciones, trabajo, y descanso resultan más o menos lo mismo, estas preguntas parecen de otro siglo, pero de alguna manera están más vigentes que nunca. Hoy, las mismas personas que hace unos meses me felicitaban por tomar la loca decisión de ser independiente me escriben con dudas muy similares a las que tenía yo, aún estando dentro de empresas. Mientras tanto, unos cuantos que se escandalizaban con la posibilidad de no tener una rutina y flujos de trabajo fijos, disfrutan a pleno las bondades del home office, de manejar su tiempo (dentro de ciertas pautas del trabajo “fijo” claro está -salario asegurado, obligaciones fiscales pagas, trabajo firme o, en su defecto, la posibilidad de indemnización-) y se cuestionan cómo volverán a sentarse en una oficina durante X -o más, lo sabemos bien- horas al día cuando la cuarentena (o lo que sea que estamos viviendo ahora) llegue a su esperado fin.

Por mi lado, siento que lo que está pasando (en términos de formas de trabajo) es el aceleramiento de un proceso lógico que por diferentes motivos ha tardado en ser la norma en el ámbito publicitario. En un contexto en el que nada está asegurado y el sistema de fees tambalea, la necesidad de trabajar por proyecto y de maneras distintas es más clara que nunca. Además, la definición de contenidos sobre la marcha están a la orden del día, volviendo las negociaciones de un contrato firmado en diciembre 2019 (¿alguien recuerda diciembre de 2019 a esta altura?) un tanto obsoletas. Los contenidos ya no son firmes ni predecibles, ¿entonces por qué lo tienen que ser los equipos? Sabemos además, que las nuevas generaciones no se destacan por su fidelidad eterna a una empresa.
La nueva economía incluye muchas cosas: El arriendo por sobre la compra (equiparable al proyecto sobre la relación a largo plazo), el salteo de ciertos jugadores, la incertidumbre como forma de trabajo y vida, las fronteras (geográficas, laborales) cada vez más grises. Esto no es algo del COVID19, es anterior, pero es esta coyuntura la que ha dejando en evidencia las bondades (y las dificultades a sortear) del trabajo remoto y la improvisación como una habilidad laboral básica. Todo indica además, no solo que esto viene para largo, si no que es muy posible que volvamos a tener crisis de esta índole (¿pandemia? ¿crisis económica? ¿OVNIS?), por lo tanto hay que estar preparados para todo.

Quizás entonces la pregunta más urgente no es ¿Cómo volvemos a sentarnos en una oficina?, Si no más bien ¿Cómo nos ajustamos ante esta realidad donde los esquemas de hace poco tiempo pierden relevancia?, ¿Cómo repensamos las estructuras internas y la formación de equipos?, ¿Cómo nos preparamos para nuevas formas de pago y cobro, tanto como empresa como empleados?, ¿Cómo nos volvemos flexibles sin perder la humanidad en el espacio laboral?
Lo más probable es que las soluciones a las cual lleguemos no duren años, pero vale la pena buscarlas mientras bajan esas naves espaciales y tengamos que re cuestionarnos todo.

Strategic and Market Research Consultant
Estratega con 15 años de experiencia en la industria publicitaria, liderando investigaciones, talleres y casos efectivos para marcas locales y globales.